Gatillante
Suenan las campanillas de la puerta, se deshace el silencio.
La señora Alondra, sabe antes de levantar la mirada de las cuentas apiladas sobre el mostrador, quien la visita y cuáles son sus deseos. Tras años de atender la pequeña cafetería en un barrio donde todos los vecinos se conocen; sabe cada manera de moverse, cada rutina visible desde los grandes ventanales del local.
-quiero un helado, por favor, la joven dice como inicio de la escena representada innumerables veces
-¿Simple o doble?..Simple, como siempre
-Simple
-¿qué sabor? Pistacho, su favorito
-Ehm, ¿puedo probar el de limón?
La dependienta me mira como si le hubiera pedido que se casara conmigo ¿Qué hay de malo con cambiar, para variar? Soy una persona madura e independiente y si quiero probar algo nuevo, lo hago, no hay ninguna ley cósmica que me impida no comer ese puto helado verde, y no, no tiene relación con malditos de ojos verdes, ni lagunas mentales del porte de África… ni siquiera lo tengo en mente. …esto no tiene nada que ver.
La señora Alondra, sabe antes de levantar la mirada de las cuentas apiladas sobre el mostrador, quien la visita y cuáles son sus deseos. Tras años de atender la pequeña cafetería en un barrio donde todos los vecinos se conocen; sabe cada manera de moverse, cada rutina visible desde los grandes ventanales del local.
-quiero un helado, por favor, la joven dice como inicio de la escena representada innumerables veces
-¿Simple o doble?..Simple, como siempre
-Simple
-¿qué sabor? Pistacho, su favorito
-Ehm, ¿puedo probar el de limón?
La dependienta me mira como si le hubiera pedido que se casara conmigo ¿Qué hay de malo con cambiar, para variar? Soy una persona madura e independiente y si quiero probar algo nuevo, lo hago, no hay ninguna ley cósmica que me impida no comer ese puto helado verde, y no, no tiene relación con malditos de ojos verdes, ni lagunas mentales del porte de África… ni siquiera lo tengo en mente. …esto no tiene nada que ver.
Salgo con mi rebelde helado de limón a caminar por las calles arboladas, no hace frio; es uno de esos perfectos días de otoño donde el aire parece vivo y los colores deslumbran, las hojas enormes caen con tal potencia que me hacen pensar que el suelo las atrae como un imán. A cada paso se arremolinan y bailan a mis pies, una nueva marea que llena todo de un rumor dulce. Necesito llenar mi cabeza de esas sensaciones y dejar de pensar. Necesito música
Prendo el mp3
Una visión como un parpadeo
… Sopla el viento sobre la arena , guijarros sueltos rozan la piel tibia.. Una caricia en el cuello trémulo y un beso dulce, lento...
Por segunda (no última) vez en la semana estoy perpleja