.. “Un montón de imágenes rotas, en las que pega el sol
Y el árbol muerto no da cobijo, ni el grillo alivio,
Ni la piedra seca sonido de agua.
Sólo hay una sombra bajo esta roca roja
(ven bajo la sombra de esta roca roja)
Y te mostrare algo distinto
De tu sombra al amanecer que se extiende tras de ti
O la sombra del atardecer que se alza a tu encuentro
Te mostrare el miedo en un puñado de polvo”...T.S.Elliot, WastelandIIPrimero estuvo el miedo, ese respeto atávico a lo ajeno, a un horizonte desprovisto de huellas. Luego la certeza (constante) de la soledad, se ha vuelto mecánico el gesto de buscar una referencia en la vastedad, una prueba de que este paisaje tiene algo de humano.
Siempre el desierto me devuelve su línea ondulante, lo inmensurable (en contra de lo medible de mi sombra, he memorizado mi sombra, la extensión de mis pasos sobre la arena, el azote del viento sobre los labios secos). No recuerdo desde cuando escapo, solo sé que bastaría que me detuviera, que me rindiera para que se acabara la soledad, pero también el viaje.
Aparece paralela al horizonte una línea oscura, intento no esperanzarme, debe ser un espejismo; pero la sombra no desaparece y va avanzando de forma casi imperceptible a mi encuentro
La sombra ya es una franja cuando me desplomo
Al despertar siento bajo mis manos el suelo duro y sé que he llegado, estoy en un espacio creado como una grieta, con altos muros de piedra. Me han salvado, he encontrado un refugio en mi escape.
Ya no estoy sola
Un anciano me explica que es el Abad, y que estoy aquí para ver algo importante, sobre nuestras cabezas hay una viga enorme cubierta con un lienzo blanco , el anciano sonríe y descorre el lienzo
Veo de un golpe el dibujo pintado de colores brillantes, tres mujeres en tres épocas distintas; las reconozco,
Soy yo
El anciano cubre el dibujo y como niebla olvido sus rostros, quienes eran, le ruego que me dé más tiempo, que necesito entender.
Me mira con tristeza…”ahora que lo has visto, no puedes salir de aquí”
Logro escapar antes de despertar del sueño
No pude escapar del olvido
Nota de la autora: los textos numerados corresponden a sueños reales, la capacidad de recordar los sueños ha influido en mi percepcion de la realidad (para bien o para mal)